QUE SON LAS ALÉRGIAS Y COMO AFECTAN A LA CONDUCCIÓN
Las enfermedades alérgicas afectan hasta a un tercio de la población de los países occidentales. Además, con el cambio climático y el efecto invernadero, los inviernos se están suavizando, por lo que está aumentando la incidencia de los pólenes de invierno (ciprés y arizónica), que eran excepcionales hace tres décadas. También la contaminación, en especial la procedente de vehículos diésel, potencia los efectos y reacciones a determinados pólenes.
COMO AFECTAN A LA CONDUCCIÓN
Las enfermedades alérgicas tienen dos formas de afectar a la conducción. Por un lado sus síntomas (congestión nasal, lagrimeo, estornudos en cadena…) pueden dificultar la conducción segura (una serie de estornudos puede hacer retirar la atención de la conducción hasta 20-30 segundos). Además, más de la mitad de alérgicos tienen el sueño alterado –en especial los que padecen obstrucción nasal–. De hecho, el 40% de los pacientes que padecen rinitis alérgica padecen somnolencia diurna, con las consecuencias negativas que esto implica sobre la conducción.
La segunda forma es los efectos secundarios que los fármacos utilizados para tratarlas. Muchos de estos provocan cierta somnolencia –en especial al comienzo del tratamiento o si se ingiere alcohol, que incrementa los efectos adversos–. Por ello es imprescindible decir al médico que somos conductores cuando nos prescribe el tratamiento para tratar de buscar alguno compatible con la conducción segura y consultar el prospecto del medicamento, donde un pictograma –amén de un aviso escrito– indican que no se debe conducir mientras se ingiere dicho producto. En este sentido es muy grave la automedicación: no solo podemos tomar un producto no indicado para la alergia que padecemos, sino que no somos conscientes de los efectos que este tiene sobre nuestro organismo y la conducción segura.